lunes, 9 de diciembre de 2013

Trabajo de Innovación Docente Educativa

Aquí tenéis mis tres actividades de Innovación Docente Educativa en la especialidad de Ciencias Sociales, Geografía e Historia destinada a los alumnos de E.S.O.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

EL ALTAR DE PÉRGAMO: EMBLEMÁTICA OBRA DEL HELENISMO.

La ciudad de Pérgamo.
La ciudad se concibió prácticamente de nuevas en el siglo II a. C. siguiendo las directrices de planificación racional y funcional que ya se ensayaban en las urbes de nuevo trazado desde el siglo V, pero también buscando la espectacularidad de un escenario arquitectónico como telón de fondo. Se distingue claramente dos zonas:
  1. En el llano se erigieron las barrios residenciales, trazados en manzanas regulares con calles que se cruzaban según diseños ortogonales o hipodámicos como los de Mileto o Alejandría. El centro de esta zona lo constituía un ágorasecundaria, hoy bajo la ciudad turca de Bergamo, en torno al cual se encontraban edificios como el gimnasium o elSerapeum. A tres kilómetros de allí existía un famoso santuario dedicado a Asclepio que se unía con la ciudad a través de una ancha avenida pavimentada.
Vista de la llanura y de la actual ciudad de Bergamo desde el Trajaneo.
  1. En un alto promontorio fortificado se levantaba la acrópolis con los edificios más emblemáticos de la ciudad. En la maqueta y en el dibujo que hay abajo puedes verlos. Todos, salvo el santuario y templo de Trajano (Trajaneo), fueron construidos en el periodo helenístico. Para crear una vista espectacular se construyeron sobre terrazas artificiales escalonadas que se exponían como asomándose para ser bien contemplados desde abajo. El resultado es tan impactante que la solución es retomada por los arquitectos romanos que crearon los santuarios de Praeneste, Terracina y Tívoli en el Lacio (siglo I a. C.). Los restos arqueológicos y el desnivel que hay que salvar para llegar a la cima todavía hoy en día siguen impresionando al visitante.
Maqueta con los principales edificios de la acrópolis de Pérgamo. Debajo, el promontorio con las ruinas actuales y una reconstrucción pictórica del impresionante efecto escenográfico creado.
Los elementos formales básicos de la arquitectura y de la escultura clásica no varían en el helenismo, pero sí su espíritu. Tal cosa puede comprobarse perfectamente en el conjunto monumental levantado en Pérgamo entre los siglos III y II a. C.. Analicemos sus estructuras más significativas conocidas por las campañas arqueológicas de Carl Humann (1871 a 1886), que sirvieron a Otto Puchstein para reconstruirlas en parte en el Museo de Pérgamo de la Berlín.
El Altar de Zeus y Atenea Victoriosa.
Con el Helenismo las proporciones de los edificios experimentan un cambio notable. Los altares, que antiguamente eran pequeños y se erigían ante los templos, ahora se convierten en construcciones independientes que buscan la monumentalidad. Son la manifestación escenográfica del poder absoluto de los monarcas.
El altar dedicado a Zeus y a Atenea Victoriosa se construyó durante el reinado de Eumenes II, entre los años 180 y 160 a. C. Se encontraba expuesto en el centro de una plaza que se abría hacia el barranco que daba a la ciudad para que de esa manera pudiese ser contemplado desde allí. No se sabe a ciencia cierta quien pudo ser su arquitecto, aunque bien pudiera serMenécrates de Rodas.
El ara propiamente dicha se levanta sobre una escalinata de planta casi cuadrada (38,6 x 36 m). Sobre ella se aúpa un zócalo que sostiene una columnata jónica que cierra, a modo de telón, el espacio creado alrededor del altar propiamente dicho. Dos muros porticados se adelantan dando al conjunto una forma de" u" invertida que acoge y a su vez impresiona al que asciende por la escalinata.
La columnata jónica se proyecta sobre la escalinata.
El arquitecto que diseñó el edificio innovó además una nueva forma de presentar el friso jónico. En vez de ubicarlo en altura sobre el entablamento jónico lo bajó al zócalo para que fuera más fácil contemplarlo. Sus dimensiones son cerca 120 metros de largo por 2,28 metros de alto. En él se representa en altorrelieve la batalla que libraron los dioses Olímpicos contra sus predecesores, los titanes, lo que es conocido como la Gigantomaquia. El tema es, en el fondo, la alegoría del triunfo de las nuevas dinastías helenísticas sobre las antiguas polis griegas. Si pulsas aquí o sobre la siguiente imagen puedes ver desplegado todo el friso.
Estilísticamente, este relieve es uno de los mejores ejemplos para poder explicar algunas de las rupturas estilísticas del helenismo con respecto a la etapa clásica.
  • Las dioses y los titanes, de un tamaño superior al natural, parecen querer salir desde el edificio hacia el espectador para hacerle partícipe de la lucha. 
  • La multitud de figuras entrelazadas no caben en el formato, es tan densa que casi cubre por completo el fondo o los cuerpos quedan cortados, sin poder aparecer por entero en el encuadre. 
  • El movimiento es desenfrenado: sus músculos se tensan y sus cuerpos se tambalean, vuelan o se debaten en angustiosa agonía. 
  • La serenidad expresiva y el equilibrio espiritual no existen.
Hay mucho de esta obra en otra de las obras helenísticas por excelencia hecha décadas después, La muerte de Laoconte y sus dos hijos.
Hay un segundo friso más pequeño insertado en el muro que hay detrás de la columnata que narra la historia de Telefo, hijo de Hércules.


ARQUITECTURA HELENÍSTICA Y SUS INNOVACIONES.

Por la gran cantidad de ciudades de nueva creación y por los edificios que en ellas y en las ya existentes, griegas o conquistadas, se construyeron, la edad helenística puede considerarse como una de las épocas más florecientes de la arquitectura. Se estima, en efecto, que no hubo localidad de cierta importancia en Asia Menor, como en Egipto, Grecia continental o en las islas, que no poseyese un templo, un mercado, un buleuterion, un gimnasio, impresionantes forti­ficaciones y, si se trataba de una ciudad marítima, un puerto con sus debidas instalaciones. Esto sin contar, además, con el enorme desarrollo que cobraron las más importantes capi­tales de Oriente, como Magnesia, Prieno, Pérgamo, Antio-quía, Alejandría, Efeso y, en las islas, Rodas y Délos.

Y este es precisamente el momento oportuno de abordar el tema de la arquitectura civil, arte constructivo que no ignora­ron los griegos de la época clásica, pero que hasta el siglo IV no conocería un auténtico desarrollo. Las poleis de la edad clásica vivían basándose en una economía preferentemente familiar y en un mercado limitado, como ocurría en la propia Atenas de Pericles; en cambio, los grandes centros helenísti­cos desarrollaron una auténtica industria y su tráfico se de­senvolvió en un plano internacional, por otra parte, de ciuda­des cosmopolitas, cuya heterogénea población aparecía mucho más dividida que en la época clásica por divergencias de cultura, de religión y, sobre todo, demográficas, lo que determinaba una mayor diferenciación de costumbres entre las clases dominantes y las clases populares.

Registremos, en primer lugar, el hecho de que, como en los restantes campos de la actividad humana, también en la es­fera constructiva aparece ahora el concepto de la especialización. La necesaria división de misiones que imponían cons­trucciones de mayor complejidad y volumen determinó la desaparición de la polifacética figura del «arquitecto-inge­niero-escultor» de la época clásica. Por otra parte, la funda­ción de nuevas ciudades y la reestructuración de las ya exis­tentes provocó el planteamiento y difusión de los problemas de urbanización. Un gran precursor en este aspecto fue Hipódamo de Mileto, a quien Pericles confió el trazado de El Pireo. No se tienen, sin embargo, muchas noticas de Hipó-damo. filósofo y arquitecto al que también se atribuye el trazado de Rodas (—408 7 aproximadamente). Sabemos, no obstante, por Aristóteles, que sus teorías urbanísticas esta­ban inspiradas en conceptos políticos y filosóficos y que fue el primer arquitecto que se planteó el problema de la «ciudad ideal».

El eco de Hipódamo resuena en la mayor parte de las ciudades helenísticas, concebidas como gigantescos table­ros de ajedrez con las calles perfectamente rectilíneas. El esquema más sencillo, según el historiador Polibio de Megalopolis (-201-120), debió parecerse al del campamento ro­mano (dos calles principales cruzadas en ángulo recto divi­diendo la ciudad en cuatro barrios, compuestos de un nú­mero variable de manzanas, y cuatro puertas de acceso a la ciudad en correspondencia con las arterias principales). Por otra parte, en la adaptación de este esquema a la naturaleza del lugar escogido o a los núcleos urbanos ya existentes, fue precisamente donde se puso de manifiesto el ingenio y la modernidad de concepción de los urbanistas del período helenístico. Alejandría, por ejemplo, gozó probablemente de una planimetría basada en el tipo indicado por Polibio del mismo modo tal vez que Seleucia en el Tigris y Antigonia en Bitinia.

En cambio, en Mileto  el urbanismo parece que tendía a brindar un mayor relieve a los edificios públicos, mientras que en Esmima, que se extendía en semicírculo en torno de una colina, el complejo urbano se dividía en tres bloques diferentes y dependientes entre sí.
Délos debió brindar una sagaz división en barrios comerciales -construidos junto al puerto-, zona de los templos y barrio residencial. También el tipo de vivienda privada de la época clásica (varias habitacio­nes en torno a un patio central) evolucionó hasta alcanzar el lujoso aspecto que veremos en la helenística Pompeya. Más espléndidos todavía debieron ser los palacios de Alejandría, Antioquía, Siracusa y Pérgamo.
Sabemos, por ejemplo, que los de Alejandría aparecían rodeados de amplios jardines y con una serie de habitaciones, salones de recepción y patios circundados de pórticos o peristilos, magníficamente cons­truidos y decorados. Los salones, a menudo en número de tres, incluso en las casas burguesas, ostentaban aLtas colum­nas rematadas con capiteles corintios o aparecían divididos en naves, a la manera egipcia. En los lugares donde no se podía emplear el mármol por falta de canteras, se pintaban los muros imitándolo. Detalle importante y casi ignorado en la Atenas de Pericles era que casi todas las casas burguesas contaban con servicios higiénicos y que las ciudades de re­ciente construcción estaban dotadas, aunque fuese rudimen­tariamente, de alcantarillas, letrinas y baños públicos, así como de acueductos.

Pero veamos ahora cuáles eran los edificios básicos de estas ciudades, tan semejantes a las nuestras en ciertos as­pectos. Los templos no constituyen ya su único aspecto mo­numental, y ahora cobran especial importancia los edificios públicos, que se erigen en torno del ágora, a la que se llega a través de grandiosos propileos. En Priene, Pérgamo y Mag­nesia, las plazas, cuadradas, aparecían rodeadas de vastos pórticos bajo los que se abrían los locales destinados a tien­das y almacenes. Los pórticos, que en la época clásica sóic habían logrado alcanzar un mediocre desarrollo, constituyeron quizá uno de los elementos más característicos de la edifica­ción helenística, distinguiéndose varios tipos y con distinta finalidad.

Existían soportales adosados a almacenes, pórticos abiertos por ambos lados, otros, como el Pórtico de los Toros en Delos, de 125 m. de largo, de exclusiva finalidad sagrada, y otros de dos pisos, aéreos y ligeros, corno el construido por Sóstrato de Cnido, el arquitecto del faro de Alejandría. En la mayoría de los casos, estos pórticos pueden compararse a las «logias de los mercaderes» de las ciudades medievales: simples lugares de reunión y de paseo, donde se chismorreba o se hablaba de negocios, y que evocan perfectamente el espíritu de estas ciudades populosas", en las que la vida se desenvolvía sobre todo en la calle. Junto al mercado se encontraba el «matadero», cuyo mejor ejemplo se nos brinda en Pompeya: un patio vallado en medio del cual se alza un pequeño edificio díptero o monóptero destinado a este fin.

Inexcusables adornos de las ágoras eran también los relojes de agua o de sol, que señalaban asimismo la dirección o los vientos. El reloj de Andrónico o Torre de los Vientos, de Atenas , constituye uno de los ejemplos más destacados de este tipo.
Como justamente han puesto de relieve algunos investigadores, en los tres siglos que transcurren desde la muerte d Alejandro Magno hasta la batalla de Actium, fecha por la que se inicia la fase imperialista de Roma, la arquitectura no crea, en verdad, nada nuevo y sólo se dedica a perfeccionar los tipos preexistentes, pero con una libertad inventiva y un sentido práctico tales, que se bastan, por sí solos, para demostrar la gran vitalidad constructiva de este período. Por lo demás también puede registrarse esta ausencia de auténticas innovaciones en el campo de la técnica de la construcción, ya que el arquitrabe y la columna, elementos básicos de la arquitectura clásica, perduran como tales en la época helenística.

De todos modos, en algunos casos -construcción de cisternas, puertas de murallas, cámaras funerarias ...- los arquitectos, acusando el influjo de la técnica constructiva oriental, em­plean el arco y la bóveda de cañón, elementos desconocidos por los constructores de las épocas arcaica y clásica. Seña­lemos como ejemplos grandiosos en este sentido la puerta en arco del ágora de Priene y la bóveda de cañón de la escalinata del gimnasio de Pérgamo. Por otra parte, todos los edificios civiles se diferencian por la diversa articulación de las partes abiertas, peristilos o patios rodeados de pórticos, con las cerradas, cuyas dimensiones variaban en armonía con su destino.
Incluso construcciones nuevas, como las bibliotecas (famosas eran las de Pérgamo y Alejandría), se atienen a este esquema. La biblioteca de Pérgamo, por ejemplo, constaba de cuatro salas con columnas, una de ellas más amplia, uni­das entre sí por un amplio peristilo. El buleuterion de Olimpia, del siglo VI, constituye uno de los primeros ejemplos de aquellos palacios gubernativos que nunca faltaban en las ciudades helenísticas y en cuyo tipo se inspirarían incluso las residencias comerciales y las «bolsas» de ciudades mercanti­les como Délos.
Otros edificios, ya existentes en el siglo IV y perfeccionados ahora eran los gimnasios, que constaban de un recinto para los ejercicios gimnásticos y de locales cerrados destinados a la enseñanza teórica, así como los albergues, entre los que destacaban el Leonidaion de Olimpia (siglo IV) y el Epidauro (siglos IV y III).

ESCULTURA HELENÍSTICA


La Victoria de Samotracia es una de las esculturas más célebres de la escultura helenística griega

La escultura griega helenística es una evolución del periodo griego clásico.

Sus principales características son:
  • Acentuación de las formas, que nos lleva a un barroquismo que se deja ver en la manifestación de los sentimientos, mayor movimiento y gran variedad de actitudes.
  • Multiplicación de temas, el religioso cada vez se abandona más mientras abundan las representaciones de ancianos, niños, Venus y mitología.
  • Surgen escuelas y hay una expansión hacia Asia Menor y el área oriental del Mediterráneo. Las escuelas más importantes son la de Pérgamo, Rodas y Alejandría. No es que tengan características específicas ni se conocen exactamente los autores, es sólo porque son obras realizadas en relación a una ciudad.
  • No siempre se conocen los autores y muchas obras se conservan por copias romanas.
  • Escopas y Lisipo influirán enormemente durante todo el helenismo.
Escultura Helenística de Venus

Venus Púdica o Capitolina
Venus Pudica. Escultura Helenística
Es así llamada porque tiene una actitud de recato, las piernas juntas, etc. Es una escultura de mármol.



Venus Acurrucada
Es obra del s.III. a.C. Hay distintos modelos, todos en mármol. Marca una serie de pliegues que contrastan con la lisura de la postura anterior. La cabeza está vuelta hacia el lado contrario. El pelo se suele recoger en la nuca, ya sea hacia atrás o hacia arriba.



Venus de Milo
La Venus de Milo es del s.II. a.C. Es original y está realizada en mármol. No se sabe quién es su autor, aunque algunas letras parecen darnos alguna pista, puede ser Agexandros o Alexandros. Es muy bella, con una belleza serena. Tiene múltiples puntos de vista. Muestra un gran movimiento. Faltan los brazos, que se supone que con uno se sujetaba la ropa y con el otro probablemente llevaba una fruta, seguramente una manzana. Hay un gran interés en el tratamiento del cabello.



Venus Calipicia
Venus del Delfín
Se desconoce su autor. Es totalmente distinta a las anteriores. Está medio vestida y se retira la túnica dejando al descubierto la parte de atrás complaciéndose con la visión de su propio cuerpo. Hay movimiento, se retuerce pero no de forma violenta. Las formas curvas del cuerpo contrastan con las rectas y verticales de la tela.



El Niño Jinete
Original en bronce del s.II. Se conserva muy bien, quizá porque se encontró en el fondo del mar. También se encontró parte del caballo y se ha reconstruido. Muestra un gran movimiento y un excelente estudio anatómico. 



El Espinario
Es una copia romana. Está en una postura impensable en época clásica que produce efectos de claroscuros muy interesantes. La mirada está dirigida al punto de atención, está muy concentrado. El tratamiento del pelo es algo arcaizante, demasiado pegado a la cabeza, sólo marca volumen en la especie de melena que forma al final.



Eros y Psiquis
Están representados en el momento de darse un beso, el tema es profano. La parte inferior es prácticamente frontal, mientras que en la parte superior ya están totalmente girados. Hay una perfecta unidad del conjunto.



Sátiro danzante
Pertenecía a un grupo, pero sólo se ha conservado éste. Está haciendo música con los platillos y también con el pie. La música da idea de alegría, que se puede observar en su rostro, que es muy expresivo. Es muy detallista y tiene el pelo muy abultado.



El Hermafrodita Tumbado
Es un tema que no gustaba en la época clásica pero en ésta sí. La cara y la espalda son femeninas, mientras los órganos genitales son masculinos.



El Hermafrodita de pie
Está de pie, pero en reposo, envuelto, en parte, en tela. Marca mucho la curvatura del cuerpo. La cabeza es femenina y serena.



El Pugilista
Se ha conservado el original, en bronce. Muestra a un luchador descansando al que algo le ha llamado la atención. Es un personaje fuerte y musculoso. La cabeza gira y está inclinada hacia arriba y el rostro está prestando atención. Tiene los ojos ligeramente hundidos.



Dos muchachos luchando
Son cuerpos más jóvenes que el anterior. Las figuras se confunden, pero ambas dan una sensación de fuerza y tensión. Hay gran movimiento.



Escuela de Pérgamo



Altar de Zeus en PérgamosLa escultura se encuentra en el friso corrido y está en altorrelieve. El tema es el de la gigantomaquia, la lucha de los dioses contra los gigantes. Mide algo más de 100 metros y hay figuras de hasta dos metros de altura. Hay una gran riqueza de actitudes y posturas. Los dioses están agrupados de cierta manera: Atenea y Zeus en oriente, los dioses del día en el lado sur y en el lado norte los relacionados con la noche y la oscuridad. A los dioses se les da un tratamiento clasicista, mientras que los gigantes se les trata de una manera más humana, por lo que se refleja la fealdad, etc. Hay una influencia clara de Escopas ya que se deja ver claramente el pathos con los ojos hundidos y las bocas abiertas. Estaba bastante deteriorado pero se reconstruyó.



Los Gálatas
Fue mandado realizar por Atalo I tras vencer a los gálatas. Era un monumento público y por ello se dispone el grupo en una composición triangular o piramidal. El grupo está formado por el jefe de los gálatas, que está de pie sujetando a su mujer, que está a un nivel un poco más bajo, y a su alrededor hay cuatro figuras malheridas tumbadas.

La parte central es la del jefe con su mujer, que están perfectamente entrelazados pero en posturas contrapuestas para dar distintos puntos de vista. Hay un contraste entre la mujer vestida ya muerta y desplomándose y el hombre desnudo, todavía vivo y de pie. La pesadez de la mujer se deja ver, así como la fuerza que está haciendo su marido para sujetarla. La mujer tiene los brazos formando un semicírculo y con la cabeza totalmente caída. El hombre lleva un brazo hacia abajo para sujetarla mientras el otro está hacia arriba clavándose la daga en un gesto de desafío. Ya está saliendo sangre de la herida que se está haciendo. El gesto es muy expresivo frente al de su mujer, ya sin vida.
Galo moribundo: tiene una herida del costado y la daga en el suelo. Está haciendo grandes esfuerzos para no caer, esto se ve en los brazos. Tiene una extremidad rígida, la otra doblada. Está cerrado en sí mismo, con la mirada hacia abajo. El cabello tiene un sentido claramente pictórico.


Marsyas y el Escita
Marsyas fue desollado por atreverse a desafiar a Apolo en un concurso de música tocando la flauta que había cogido Atenea. El escita está agachado y afilando el cuchillo. Está tranquilo, pero mirando hacia arriba con gesto de tensión. Marsyas está colgado de un árbol, es el primer estudio que se realiza de un cuerpo en esta postura, está desgarrado y mira a su verdugo: se relacionan con las miradas, formando una diagonal.

Ariadna. Escuela de Pérgamo

Escuela de Rodas


En la Escuela de Rodas se sabe de la existencia de Cares de Lindos, un gran escultor que hizo una escultura de un gran coloso que franqueaba el puerto de Rodas, los barcos pasaban entre sus piernas. Parece que fue discípulo de Lisipo. Otras obras de esta escuela son:



La Victoria de Samotracia
Es del s. II y su autor no se conoce. Su antecedente es la victoria de Paionos de Mende. Es una victoria que acaba de posarse en la proa de un barco, de ahí el estudio del cuerpo y de las telas. Hay un gran movimiento en distintas direcciones. La tela es muy fina y está pegada al cuerpo, permite observar la anatomía perfectamente, pero también hay zonas en las que se arremolina con numerosos pliegues y líneas en diagonal. Las plumas de las alas también son muy reales.

Victoria de Samotracia. Museo del Lovre

Laocoonte y sus Hijos
Sus autores fueron Agesandros, Polidoros y Atenodoros. Se encontró bastante deteriorada y fue restaurada en numerosas ocasiones, en el Renacimiento por ejemplo, por Miguel Ángel. Representa el castigo que se le dio a un sacerdote troyano por dudar del caballo de Troya, matando tanto a él como a sus hijos con serpientes marinas. Hay quien dice que el castigo no fue por esta razón sino por casarse y tener hijos y no dedicarse totalmente a Zeus. Capta el dolor físico pero, sobre todo, el dolor interno y moral al ver morir a sus hijos. Son cuerpos en tensión intentando librarse de las serpientes.


Laocoonte y sus Hijos

La composición es triangular, la anatomía está marcada por la tensión. Las extremidades están enfrentadas para formar composiciones en asta y hay un continuo estudio de entrantes y salientes. Los ojos están hundidos y la boca entreabierta por influencia de Escopas. Actualmente se encuentra en el Vaticano.


El Toro Farnesio o el Castigo de Dirce
Fue realizado por Apolonios y Tauriscos. Actualmente se encuentra en el museo de Nápoles, pero antes era un monumento público y por ello tenía estructura piramidal. Representa el momento en el que los hijos de Antíope deciden castigar a Dirce, que había tratado cruelmente a su madre, arrastrándola con un toro hasta morir.

Hay un poco de representación del paisaje en la parte inferior (ésta será la principal aportación de la escuela alejandrina, es el llamado fondo helenístico o alejandrino frente al fondo ático o neoático). Las otras figuras, las que no son el toro, Dirce o los hijos de Antíope, quizá son añadidos posteriores, pero no se sabe. Todos están mirando hacia arriba. Dirce tiene una actitud de súplica y clemencia, que no conseguirá. El toro es muy realista.

ARTE HELENÍSTICO

Se denomina período helenístico (también llamado alejandrino por Alejandro Magno) a una etapa histórica de la antigüedad, cuyos límites cronológicos vienen marcados por dos importantes acontecimientos políticos: la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) y el suicidio de la última soberana helenística, Cleopatra VII de Egipto, y su amante Marco Antonio, tras su derrota en la batalla de Accio (30 a. C.). Se trata de una cultura de transición entre la griega clásica y la romana plena.

La conquista de Oriente por Alejandro Magno, dio posibilidad a los artistas de ampliar su panorama en cuanto a temas y personajes étnicos diferentes a los acostumbrados en la Grecia clásica.



Alejandro Magno, además, representa un hito de la pintura helenística. Consciente del poder propagandístico del arte, controló la reproducción de su efigie y sólo autorizó para ello a tres artistas en escultura, orfebrería y pintura. El pintor elegido fue Apeles, todo un mito para la profesión pictórica. Artistas de siglos posteriores siempre han usado su leyenda como ejemplo de la dignidad de su profesión, puesto que era el favorito del emperador Alejandro, que visitaba su taller y se sometía a los dictados del artista.



Características

En la época helenística la cultura y el arte reflejaron las ideas del filósofo Aristóteles, que valoraba las experiencias del hombre obtenidas a través de los sentidos, utilizados para el conocimiento de la realidad y de sí mismo.

Esta forma de pensar influyó notablemente en las artes visuales, que dejaron de basarse en modelos ideales para hacerlo en modelos más naturalistas de acuerdo con la perfección directa de la realidad. Por ello, los artistas se ocuparon de todos los aspectos de la figura humana.

Sobresalieron obras de dimensiones superiores a las naturales, en comparación a las proporciones establecidas en el período clásico. A ello hay que añadir la abundancia decorativa y ornamental de los grandes monumentos, como por ejemplo el Altar de Zeus en Pérgamo.


Altar de Zeus, Pérgamo.


Frente a las desordenadas y mal pavimentadas ciudades clásicas griegas, las ciudades helenísticas fueron diseñadas de acuerdo a un plan geométrico con formas regulares, algunas de forma circular, con un centro del que irradiaban calles enlazadas entre sí por círculos concéntricos.

En el período helenístico se abrió paso a una realidad exagerada, en la que se enfatizaron y sofisticaron las formas heredadas de la Grecia clásica. Producto de esta ponderación surgieron obras de inigualable monumentalidad y belleza como el "Coloso de Rodas".


Coloso de Rodas


Las figuras fueron tan ideales como en el período anterior, pero su pose era más distendida e indolente. Aparecieron los retratos de personajes convertidos en héroes. La estructura dinámica que producía una sensación de inestabilidad, reflejada en las formas dramáticas y apasionadas, en el dinamismo de las expresiones por el deseo de lograr estados anímicos y el interés de reflejar la anatomía y expresión dramática causada, hicieron que se acentuaran las torsiones de las figuras, la tensión muscular y el claroscuro del modelado, al tiempo que los rostros expresaban sus sentimientos, ya fueran de alegría, placidez, angustia o dolor.


Gálata herido


Éste fue el período de las grandes vasijas de lujo, decoradas con cierto barroquismo en el dibujo hasta principios del siglo II a.C., cuando se sustituyeron las pinturas por los relieves en color negro o rojo.



Cerámica período helenístico


Prefirieron el uso de los elementos decorativos del orden corintio. De este complicado estilo helenístico surgieron nuevos tipos arquitectónicos, como gimnasios y edificios para el Senado, profusamente decorados. Los reyes helenísticos construyeron pórticos, bibliotecas, teatros y arcos de triunfo.



Tholos de Delfos



Teatro Epidauro


Con todo, las grandes creaciones del arte helenístico pertenecen al campo de la escultura. Las esculturas pierden el punto de vista frontal a favor de su visibilidad desde todos los ángulos, con el propósito de que puedan erigirse en el centro de una plaza y el observador las contemple desde cualquier perspectiva. Además, hay un conocimiento perfecto de la anatomía y se resuelve también el problema de la torsión del cuerpo, con figuras girando en espiral, y surgen grupos complejos integrados por varios personajes.

Los temas principales surgen de la vida cotidiana, se representan más aquellos que expresan el placer. Se pierde la seriedad y los altos ideales de la etapa anterior; los placeres de la vida, lo feo, lo grotesco y lo anecdótico ocupan su lugar. Se cultivan las tres edades de la vida: la infancia, la plenitud y la madurez; los modelos pueden ser griegos o extranjeros, vestidos o desnudos, y triunfa la alegoría.

Se pierde el equilibrio clásico en favor de una nueva sensibilidad, que se complace en buscar más la realidad del individuo, que la perfección física y prefiere la expresión dramática a la serenidad espiritual y las actitudes violentas a las reposadas.

Entre los artistas desaparecen las grandes individualidades clásicas y desconocemos fecha y autor de muchas obras, es por ello por lo que en este período se habla de las escuelas. En concreto, cuatro grandes escuelas son las que alcanzan fama y prestigio: Atenas, Alejandría, Pérgamo y Rodas.


Importancia
El tesoro persa conquistado por Alejandro y repartido por sus sucesores movió un cambio en la mentalidad griega, hasta entonces desentendida de todo lo que fuera actividad económica, aparte de la imprescindible para la vida corriente. Surgió, de ese modo, un verdadero capitalismo, apoyado en el aumento de circulación fiduciaria debido a nuevas técnicas de acuñación de moneda y de incremento de metales nobles para su acuñación y al formidable desarrollo de las vías de comunicación, tanto terrestre como marítimo. El aumento de capacidad de las naves y el establecimiento de itinerarios fijos sirviéndose de los viejos caminos de los soberanos persas, concebidos casi únicamente para un servicio militar, así como la habilitación de puertos comerciales, contribuyó a este comercio.

El hábito de vida urbana conformó el espíritu de centenares de miles de hombres, antes acostumbrados a la vida rural, y, al igual que ocurre en la actualidad, el progreso del urbanismo, que constituye uno de los más claros vínculos entre aquel mundo y el actual, formaron el carácter de la nueva sociedad.

Además, es importante destacar que mientras en la Grecia Clásica se limitaron al campo de la Filosofía y al arte, en el período helenístico, a consecuencia del desarrollo económico, y del enorme aumento de la vida urbana, fueron evolucionando desde un sentido puramente estético hasta otro totalmente práctico, en lo que también puede apreciarse una característica en común con la actualidad. Esto provocó una serie de inventos que mejoraron el nivel de vida de esta época.

En conclusión, la importancia de este período radica en los progresos que se lograron ya que gran parte del desarrollo de la actualidad, tiene una base ya sea científica, literaria o artística de la etapa helenística. Además, es en este período en el que la Grecia Clásica se universaliza, pues comienza a admitir aportaciones de pueblos orientales. Surge de esta forma una cultura mixta, convirtiéndose el arte en un factor de unión.

Creo que hoy en día seguimos viendo esto. El arte une a todo el mundo. A través de ésta, podemos comprender mejor otras culturas que ni siquiera son de nuestra época y es en parte gracias a la herencia de este período.

HELENISMO: EPICUREISMO, ESTOICISMO Y ESCEPTICISMO.

1. EPICUREISMO

            El fundador, Epicuro (341‑270), nació en Samos. Estuvo un tiempo  en Atenas donde conoció las teorías de la Academia y probablemente las de Aristóteles. Viaja a Teos donde recibe la fuerte influencia de las doctrinas de Demócrito. Vuelve a Atenas en el 306 y funda su escuela. El ambiente es poco formal, siendo más un grupo de amigos reunidos bajo unos principios y forma de vida común, procedentes de todas las clases sociales (incluidas mujeres y esclavos), y apartados de toda actividad política. Escritor prolífico, pero sólo se conservan 3 cartas (fundamental la lectura de la "Carta a Meneceo") y otros fragmentos muy incompletos.
            Se completa la reconstrucción de sus teorías por los testimonios de discípulos, el más importante de ellos, el poeta latino Lucrecio (95‑51) con su obra "De rerum natura".

             Se ha definido la filosofía de Epicuro como una "...mezcla de terco empirismo, metafísica especulativa y reglas para alcanzar una vida sosegada" (Long, 30). Aquí se resume el sistema de conjunto, que empieza por una teoría empirista del conocimiento, sigue una metafísica que no es otra cosa que una reconstrucción del atomismo antiguo, y todo ello confluye en la ética como conjunto de principios para garantizar una vida feliz y sosegada. Nos detendremos brevemente en cada uno de estos apartados:
        
a) Teoría del conocimiento.

            El conocimiento se inicia tomando como base la percepción sensorial, las sensaciones. Entiende por tales el resultado de recibir los efluvios de átomos exteriores a los objetos. Si en el tránsito no sufren modificación, estos efluvios darán cuenta de lo que es el objeto. Si sufren variación, habrá información errónea sobre los objetos. Por eso añade que el primer nivel de conocimiento se produce cuando atendemos a las sensaciones que son claras y vivas (sin precisar, por oposición a lo que es confuso y borroso; quizá intervenga la distancia, la cantidad de luz...).
   
            Esto no es suficiente; para que haya conocimiento las sensaciones deben ser clasificadas. Por eso introduce lo que el llama "preconceptos", que son imágenes mentales generales producidas por repetidas impresiones sensoriales, claras y semejantes en su clase. Perduran tras haber cesado las sensaciones particulares y constituyen el registro de nuestra experiencia del mundo. Son, por tanto, el fundamento de nuestro lenguaje y nuestros juicios sobre las cosas. Por fin, son lo que orienta nuestras nuevas experiencias, permiten clasificar las nuevas sensaciones que vamos recibiendo.

                        Sin embargo, más allá de esta teoría empirista, parece admitir otro nivel de conocimiento, aquel que de forma más libre proyecta el entendimiento, con tal de que dé cuenta de hechos y no sea contradictorio con la experiencia. Esto salvará la validez de su teoría atomista, que obviamente no parte de las percepciones sensoriales.

b) Estructura de la realidad: los átomos.

            Siguiendo a Demócrito, afirma Epicuro que "todo consiste en átomos y vacío", y que este todo es infinito. Nada nace de la nada. Dado que el número de átomos es infinito y lo mismo el vacío, existen infinito número de mundos que nacen y mueren, pero el todo es eterno.
   
            La gran novedad es el peso como propiedad de los átomos, que es la causa del movimiento de caída de los átomos en el vacío. Pero los átomos pueden desviarse espontáneamente (clinamen) de la línea recta de caída, produciendo choques entre ellos. Esta tesis permite al epicureísmo escapar al determinismo que entrañaba el sistema mecánico de Demócrito (aunque sigue siendo mecanicista), y salvar así la posibilidad de la libertad humana.
   
            El alma es material y mortal  y consiste en un conjunto de átomos sutiles distribuidos por todo el cuerpo. Puesto que no puede existir independientemente del cuerpo, es mortal y muere con el cuerpo.
   
            Curiosamente, Epicuro admite la existencia de los dioses, a los que considera inmortales, si bien materiales. Viven en los intermundos, felices, en calma, libres de toda preocupación (veremos después que algo así es el ideal del hombre feliz), y desde luego, en absoluto providentes o preocupados por los asuntos humanos. Con esta visión pretende eliminar los mitos y las supersticiones populares, así como ciertas construcciones teóricas como las de Platón. Los dioses no deben asustarnos por sus castigos o venganzas, ni los fenómenos de la naturaleza deben provocar reacciones religiosas, pues son explicables por simples causas naturales, no por la acción de los dioses. Vemos cómo su visión de la realidad busca al final facilitar la vida feliz del hombre: "...el mayor dolor es la turbación mental producida por falsas creencias acerca de la naturaleza de las cosas, acerca de los dioses, acerca del destino del alma" (Long, 72).

c) La ética.
   
            Su ética es hedonista,  en cuanto identifica la felicidad, el bien del hombre, con el placer. La bondad del placer no requiere demostración, es algo innato en todos los seres vivos: todos persiguen el placer y evitan el dolor.
   
            Placer y dolor son contradictorios, la presencia de uno significa la ausencia del otro. No hay término medio. Por eso Epicuro define el placer como ausencia de dolor: es la  ataraxia o imperturbabilidad. Llama placer en movimiento al proceso de eliminación del dolor (comer cuando se siente la picazón del hambre), que acaba en sensaciones placenteras (saciado el hambre), y el placer en reposo, que consiste en el estado así conseguido.
            Un cálculo racional nos hace preferir los segundos, por su mayor duración. De ahí que el ideal sea llevar una vida sencilla, para evitar el dolor de no poder satisfacer deseos con medios desproporcionados. La moderación favorece la paz mental. Deben, pues distinguirse entre los placeres naturales y necesarios, los naturales y no necesarios y los vanos (ni naturales ni necesarios). Ceñirse a los primeros, sin buscar añadidos superfluos, es la garantía de la felicidad del hombre.

                        Y entre los placeres en reposo son preferibles los placeres espirituales, pues no se agotan con la sensación inmediata, sino que se retienen en la memoria y se anticipan por la imaginación. Cuando Epicuro muere en medio de grandes sufrimientos siente compensado ese dolor por el placer de recordar pasadas conversaciones filosóficas.   
  
            Todo parece convertirse en ascetismo, sosiego, autosuficiencia individualista. Los nuevos estados han destruido la autonomía de la polis, pero no la fortaleza interior del sabio. Esto justifica su vida retirada de la política, llena de sobresaltos, compensada con la convivencia amistosa de un reducido grupo. Elogia enormemente la amistad, pero en realidad se basa siempre en el cálculo del propio interés. Lo mismo que la justicia no es algo en sí (Platón), sino un pacto mutuo de no dañar ni ser dañado, (además la injusticia perturba el sosiego mental por miedo a ser descubierto), lo mismo la amistad, tiene valor en tanto reporta beneficios mutuos a quienes la practican.


2.  ESTOICISMO.

    El fundador del estoicismo fue Zenón de Citio, Chipre (336‑264). En el 306 abrió en Atenas una escuela en un lugar llamado "Pórtico pintado", de donde le viene el nombreStoa. Junto con sus sucesores, Cleantes y Crisipo (sistematizador de la doctrina estoica), forman el que se conoce como estoicismo antiguo. En el estoicismo mediodestacan Panecio de Rodas y Posidonio de Apamea. Por último, el estoicismo de la época imperial, con Séneca (tutor de Nerón), Epícteto (antiguo esclavo) y Marco Aurelio (emperador); curiosa mezcla.
            El estoicismo se presenta inicialmente como continuación de la doctrina cínica, que no busca la ciencia, sino la felicidad a través de la virtud. Pero a diferencia de los cínicos, consideran que para alcanzar la felicidad y la virtud es necesaria la ciencia (más tarde, no todos los estoicos estarán de acuerdo). Por tanto, como en el epicureismo, todo va a confluir en la ética, pero asentada en el conocimiento, que abarca la lógica y la física.


a) La lógica.

            Por su complejidad nos ocuparemos poco de ella. Incluye tanto una lógica formal como una teoría del conocimiento. Sólo sobre ésta última diremos algo más.
   
            Su teoría del conocimiento es sensista, pues las impresiones sensibles preceden al pensamiento. Llaman "representación cataléptica" a una impresión sensorial clara y distinta, que corresponde a algo que existe y que, por su evidencia, incluye el asentimiento del sujeto que conoce.  El conocimiento será una elaboración posterior de la razón que llega a los conceptos universales, pero siempre a partir del material que ofrecen los sentidos.

b) La física.

            El concepto fundamental de la física estoica es el de un orden inmutable, racional, perfecto y necesario que dirige todas la cosas y las hace ser y conservarse como son. Identifican este orden con Dios, por lo que su doctrina es panteista.
   
            Sustituyen las cuatro causas aristotélicas por dos principios corpóreos e inseparables entre sí: el principio pasivo es la materia inerte. El principio activo es la razón (logos), Dios que, actuando sobre la materia, produce cada uno de los seres. Como razón cósmica y causa de todo, no deja de ser cuerpo, en concreto, fuego, pero no el fuego que nosotros conocemos, destructor, sino una especie de soplo cálido que  alimenta  y hace crecer todo. Se le llama también razón seminal (logos spermatikós) del mundo, por cuanto contiene en sí las razones seminales de las cuales salen todas las cosas. Así como las partes del ser viviente nacen todas de una misma semilla, así también cualquier parte del universo nace de una semilla racional propia, o razón seminal.
   
            No existen más que individuos concretos, todos diferentes. Lo universal carece de realidad. Pero aunque no hay más que individuos, todos están ligados entre sí y el mundo es una completa armonía. De ahí el optimismo estoico, para el que no tiene sentido hablar de mal en el mundo, salvo por la estrechez de perspectiva desde la que el hombre lo contempla muchas veces (véase, esclavo y emperador, ambos estoicos).
   
            La vida del mundo es cíclica. Tras un largo período de tiempo (Gran Año) el fuego provoca una conflagración universal que termina con todos los seres y se inicia otro ciclo cósmico, idéntico en orden al anterior (de nuevo Sócrates, Platón... la filosofía). Una afirmación que parece reflejar de nuevo una optimista afirmación de la vida y del orden del mundo. Y este ciclo se repite eternamente.
   
            Este es el destino, la ley necesaria que rige las cosas. Todo hecho sucede a otro y está necesariamente determinado por él como causa. Es el orden racional del cosmos que, visto desde las cosas, es destino, y visto desde Dios, es providencia. En definitiva, destino, providencia y razón se identifican con Dios.
   
c) Ética.

            Los estoicos extraen conclusiones éticas a partir de su concepción de la naturaleza. El principio fundamental de actuación es "vivir conforme a la naturaleza" (acuñado por Cleantes). El hombre es una parte del universo y obedece sus leyes inexorables, si no de grado, por fuerza. Quien se resiste al destino lo único que consigue es padecerlo.
   
            Por eso, la única actitud inteligente y racional es la aceptación del destino. Por eso proponen los estoicos como ideal la "apatía" (apatheia) o impasibilidad. El hombre virtuoso no se ve perturbado ni por el éxito ni por el fracaso. No siente piedad, ni pena, sino que acepta todo lo que sucede sin dejarse dominar por las pasiones. Ni el deseo, ni el temor, ni el arrepentimiento caben en el espíritu ecuánime e impasible del sabio estoico.
   
            Las pasiones que dominan a los hombres son fruto de la ignorancia, deseos ilusorios que desaparecen al comprender el orden perfecto del  cosmos. Dado que conciben la razón del hombre como una participación del logos universal, el sabio vive conforme a su naturaleza racional cuando entiende este sentido global del universo, desde cuya perspectiva nada es perjudicial, todo es necesario, hasta el sufrimiento y la muerte.
   
            Los estoicos hacen una peculiar identificación de libertad con necesidad, o destino. Sólo el sabio elige oportunamente, porque solo él está "libre" de ofuscaciones, de ignorancia y de pasiones. No se trata de libertad de acción, puesto que todo está  determinado, sino de una forma de liberación interna, la del que es consciente de sus determinaciones y las acepta; la del que comprende que cambiar el curso del mundo es un capricho inútil. Libertad es comprender la necesidad y la habilidad o prudencia de ajustar nuestras acciones al curso racional de las cosas.
   
            Frente a la retirada epicúrea del mundo de la política, los estoicos propugnan una intensa participación en la vida política, pues en la política se juega el destino del cosmos, al que se sienten vinculados. Su teoría política era muy crítica para la situación del momento: supresión de las instituciones fundamentales, como el dinero, la familia, las herencias, como factores de división social. Por naturaleza, todos los hombres, mujeres,  bárbaros, esclavos... son iguales, por participar del mismo logos. Todos tenemos los mismos derechos naturales, pues somos ciudadanos del mismo mundo. Estamos destinados a formar una sociedad universal. Es su respuesta a la nueva situación política creada por el helenismo.  

3. ESCEPTICISMO.

            El fundador del escepticismo antiguo fue Pirrón de Elis (365‑275 a.n.e.). El escepticismo medio fue introducido en la Academia platónica por Arcesilao (315‑241) y Carnéades (214‑129). El escepticismo nuevo está representado por Enesidemo (I, n) y Sexto Empírico (III, n), autor de los "Esbozos paranoicas" y de un alegato "Contra los matemáticos".
   
            Escepticismo proviene de "sképsis", que significa examen atento, indagación, observación desconfiada y recelosa. El punto de partida del escepticismo es, según Sexto Empírico, es el intento de liberarse de la inquietud. Esto condujo a ciertos hombres a buscar un criterio de referencia para fijar lo que es verdadero y lo que es falso. Parece que fracasaron en esta búsqueda, pero, aunque fuera por azar, consiguieron lo que buscaban, la liberación de la inquietud mediante la suspensión del juicio, epojé. Expliquémoslo brevemente: los escépticos toman conciencia clara de las capacidades cognitivas del hombre. Estas limitaciones se revelan en los siguientes argumentos:

    ‑ El conocimiento sensible no es seguro. Los sentidos nos engañan a veces y quizá lo hagan siempre. No nos informan sobre la realidad de las cosas, sino, a lo sumo, proporcionan simples apariencias. Habría que tener en cuenta el mundo de los sueños, alucinaciones, ilusiones... que a veces confundimos con la realidad. Recurriendo a la tradición filosófica, al menos  Parménides y Platón lo descalificaron como fuente de conocimiento verdadero.

    ‑ La razón tampoco llega a la verdad. A toda afirmación puede oponerse la contraria, sin que haya criterio para decidirse por ninguna. Los sofistas eran maestros en defender una tesis y su contraria.

    ‑ Hay diversidad de escuelas. Los filósofos, las escuelas, los sistemas discrepan entre sí. A unos mismos problemas se dan soluciones diversas y hasta excluyentes) A cuál atenerse, cuál elegir...
    ‑ El lenguaje como medio de comunicación no es adecuado para transmitir fielmente los sentimientos, percepciones ni pensamientos. Estos son intransferibles, son totalmente subjetivos, como ya había apuntado Gorgias el sofista.

            Todo ello lleva a los escépticos a la suspensión de juicio o epojé. El escéptico ni afirma ni niega, se abstiene de formular juicios que pretendan ser verdaderos o falsos. A lo sumo emite juicios relativos a su parecer, particular y subjetivo, pero sin pretensión de objetividad. El escéptico se libera así de toda servidumbre a escuela, doctrina, sistema, secta, autoridad... Tampoco tiene nada que enseñar (Pirrón, siendo consecuente, parece que no dejó nada escrito).
   
            Que el conocimiento sea imposible no impide la felicidad. Si los epicúreos y estoicos creyeron indispensable una imagen del universo adecuada para conseguir la felicidad, ellos sostienen que la epojé crea en el espíritu las condiciones adecuadas para la felicidad: paz, sosiego, tranquilidad, imperturbabilidad (ataraxia).
   
            Esta epojé intelectual se combina con un criterio de probabilidad para la vida práctica. El hombre debe vivir, decir, actuar, guiándose por lo probable, verosímil, plausible. El escéptico no tiene inconveniente en seguir la ley y la costumbre, pues en ningún caso pretende actuar de acuerdo con la verdad absoluta. Hay algo así como una sustitución del criterio de verdad por un principio de utilidad.  El escepticismo se levanta contra las actitudes demasiado optimistas de escuelas y autores  que dan fácilmente por hecho el logro de doctrinas verdaderas. Tiene una especial y fundada sensibilidad para la complejidad de los problemas de la ciencia y la filosofía, y para los límites que el hombre encuentra en su resolución. Nos recuerda machaconamente que la filosofía, el saber en general, es búsqueda más que hallazgo, deseo más que logro, pues la verdad es inalcanzable para nosotros.